*Fuente: Editorial Vicens Vives.
Con la entrada de las nuevas tecnologías, tenemos infinita información a la que acceder gratuitamente. La pregunta es, ¿los alumnos son capaces de discernir entre la información que es relevante y la que no? ¿Diferencian aquellas fuentes que son fiables de las que no? ¿Saben tomar decisiones? ¿Tienen una opinión propia basada en el contraste de la información?
Cada vez se hace más necesario dotar a nuestros alumnos de recursos para desarrollar la capacidad de aprender a aprender. Para ello, el pensamiento crítico es una competencia imprescindible, ya que implica un conjunto de capacidades para saber analizar, reflexionar, comparar, discernir, explicar, decidir, etc. sobre la información a la que accedemos.
Sin embargo, es habitual que la educación se siga centrando únicamente en los contenidos y deje de lado el desarrollo de habilidades enfocadas a poder trabajar dicha información correctamente, lo que permitiría un aprendizaje más significativo.
Si quieres fomentar el pensamiento crítico en tus alumnos, empieza a proponer actividades que les hagan pensar de verdad.
Para ello el docente debe seguir algunas premisas:
Promover preguntas para pensar.
Existen preguntas abiertas que permiten a los alumnos expresar sus opiniones, que les obliga a comparar diferentes fuentes, a posicionarse, a explicar qué han entendido. ¡Sólo es necesario hacer las preguntas pertinentes!
Dar tiempo.
¡No permitas que el silencio que se produce cuando preguntamos, te incomode! Da tiempo a los alumnos para reflexionar y responder y proporciona las herramientas que sean necesarias para que busquen sus propias respuestas.
Utilizar metodologías activas.
Las metodologías donde el alumno es un protagonista pasivo harán que escuchen y vuelvan a repetir aquello que se ha explicado. Sin embargo, con estrategias como el estudio de casos, el aprendizaje basado en proyectos, en problemas o el flipped classroom despertarás el interés, motivación y curiosidad por aprender. Además, el trabajo en equipo inducirá a los alumnos a compartir opiniones, discutir, decidir, buscar información, discernir, etc. para construir una respuesta final.
Fomentar un clima de confianza y relajado.
Si en el aula fluye un buen ambiente de aprendizaje, los alumnos se sentirán cómodos para opinar, para equivocarse, para compartir. ¡Es en ese momento en el que se produce el verdadero aprendizaje!
Favorecer un aprendizaje autónomo.
El rol del docente debe ser de acompañamiento en el proceso de aprendizaje de los alumnos. De este modo, los jóvenes deberán construir su propio conocimiento y, en caso que no entiendan algún contenido, pedir ayuda a sus compañeros o a su docente. Éste último, deberás intentar explicar sin dar respuesta, sino haciendo más preguntas que ayuden a los alumnos a reflexionar y encontrar su propia respuesta.
Algunas actividades que puedes poner en práctica son:
Los dilemas morales.
En esta dinámica se presenta una breve narración con una situación problemática que plantea un conflicto de valores. Los alumnos deben posicionarse y responder qué harían en dicha situación según su escala de valores. Con esta actividad, los estudiantes pueden reflexionar acerca de sus propios valores, decidir cuál será su acción definitiva y argumentar el porqué.
Análisis y comparación de noticias.
Analizar y comparar una noticia desde diferentes perspectivas ya sea con diarios, distintos canales de televisión, la radio… Esto puede ayudar a que los alumnos construyan su propio conocimiento, partiendo de la reflexión y el contraste de diferentes fuentes.
Debates.
Se puede plantear un debate a partir de la lectura de un libro, de un artículo, de la visualización de un vídeo, de una situación conflictiva en clase, etc. El debate permite que los alumnos, después de analizar una información, argumenten la posición que han escogido.
Role-Playing.
Esta actividad consiste en representar una situación de conflicto cognitivo y consensuar con el grupo una solución. Con ello, los alumnos deberán discutir cuál es la mejor solución, argumentarla, y representarla al resto de la clase para que estos puedan opinar si ellos lo hubiesen solucionado igual o de otra forma.
Preguntas, preguntas y más preguntas.
Haz preguntas curiosas que motiven a los alumnos a pensar y reflexionar.
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