La cuestión de la adolescencia en la Psicología: Piaget, Vygotski...
La adolescencia.
La adolescencia es el periodo intermedio entre la infancia y la edad adulta, en el transcurso del cual el advenimiento de la madurez genital produce un cambio en el equilibrio adquirido anteriormente.
La adolescencia se inicia con las transformaciones corporales de la pubertad. Estos cambios corporales desorientan de tal modo al adolescente que la imagen de su cuerpo ocupa el centro de sus preocupaciones, y pequeños problemas (talla, obesidad, acné, etc.) adquieren a menudo una importancia desmesurada.
Psicológicamente, al acceder al pensamiento formal, el adolescente es capaz de operar con signos y símbolos que sustituyen a los objetos en sí, y de razonar sobre estos sustitutos.
El cambio más significativo se sitúa a nivel de la sexualidad, que tiene ahora la posibilidad de la satisfacción fisiológica. A esa edad la ambivalencia es grande respecto a los deseos sexuales: la represión coexiste con la realización. El flirt, relación sentimental y erótica, aparece como un fenómeno típico de la adolescencia. La masturbación, muy a menudo culpabilizada, coexiste con relaciones heterosexuales episódicas. Puede ocurrir que el adolescente se refugie en el ascetismo, denunciando o negando la sexualidad.
El adolescente busca también su identidad. Para iniciar su independencia, tiene primero que luchar contra lo que le ata a su infancia, y con frecuencia dirige su agresividad contra su medio familiar. A la vez que adopta una actitud de extraño en su medio familiar, el adolescente trata de hacerse reconocer en otro medio y busca la compañía de otros adolescente. De este proceso surgen amistades apasionadas y exclusivas. Sin embargo, progresivamente, de identificación en identificación, el adolescente termina por descubrirse a sí mismo.
La teoría cognitivo-evolutiva de Piaget.
Jean Piaget [remito para un estudio más pormenorizado al post especial en este blog] desarrolla una compleja teoría sobre la evolución biológica del niño, que experimenta un cambio evolutivo en su capacidad mental, desarrollando estructuras cognitivas que son formas de organización mental, que un avance en sucesivos estadios: sensorial-motriz, preoperativo, operativo concreto y operativo formal.
El determinismo.
El determinismo sostiene la importancia de la interacción social y cultural en la construcción del conocimiento. Valora mucho la importancia del buen profesor en el aprendizaje y capacidad de desarrollo mental del alumno. Un determinista muy conocido es el ruso Vygotski (1896-1934).
El funcionalismo.
El funcionalismo afirma que la inteligencia es un conjunto dinámico, que engloba todas las funciones del sujeto para adaptarse lo mejor posible al ambiente.
Entre los más conocidos funcionalistas destacan Dewey y Judd. En la actualidad, Pasquale Leone plantea estrategias de procesamiento y análisis de tareas de la información; explica el cambio de los estadios por factores únicos (la capacidad mental del individuo).
El conductismo.
El conductismo considera la mente como una “organización vacía”, que la experiencia se encarga de “llenar” a medida que el éxito de unos actos lleva a desarrollar hábitos y capacidades. La educación puede modificar la conducta.
Conductistas destacados, que estudian los procesos mentales a través de la observación minuciosa de la conducta, son Watson, Hull y Tolman, siendo el más influyente Skinner, a través de su teoría de la “enseñanza programada”, para reestructurar la personalidad con técnicas psicológicas e integrar al sujeto en la sociedad.
El pensamiento postformal.
Los estudios más recientes sostienen que es posible la existencia de un pensamiento postformal (distinto del formal): se basa en la posesión de un conocimiento relativo que acepta la contradicción como un aspecto de la realidad, en un sistema de pensamiento más abierto. Se puede razonar formalmente sobre un tema de la propia profesión o esfera de conocimientos y no sobre otros, o se puede dejar arrastrar por ideas previas o prejuicios ideológicos en ciertos temas (generalmente por su contenido) o por otra influencia del medio social o del propio individuo (diferencias individuales, educativas, sexuales...).
El mismo Piaget (1970) introdujo modificaciones a su teoría en relación a las distintas edades en que los sujetos adquieren el pensamiento formal, pero señalando que si el individuo se enfrenta a tareas propias de su especialidad o dominio particular, entonces su pensamiento expresará su nivel operacional formal.
Debemos recordar que, en la actualidad, el tipo de pensamiento formal no se considera universal, pues no todos los sujetos acceden a él, ni uniforme u homogéneo, ya que no todas las tareas formales revisten las misma dificultad, y por tanto los individuos pueden disponer de unos esquemas mentales y no disponer de otros. Esta apreciación sin duda tiene consecuencias educativas importantes, puesto que obliga a considerar de forma explícita la necesidad de una intervención educativa que, desde la preadolescencia, ayude a la adquisición de este tipo de pensamiento postformal por parte de los alumnos.
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